LAS PROFESIONALES DEL CENTRO DE DESARROLLO INFANTIL Y ATENCIÓN TEMPRANA NOS EXPONEN UNA SERIE DE ESTRATEGIAS SENCILLAS PARA FAVORECER LA RELACIÓN CON NUESTROS HIJOS EN VERANO Y LIDIAR CON SU COMPORTAMIENTO.
Estamos en pleno periodo vacacional, ha llegado el momento que tanto ansiamos durante el año, ese momento que se torna ideal en nuestra mente, y que cuando llega, a veces se complica, por los pequeños conflictos familiares que se pueden dar en estos días con los más pequeños de la casa.
En los primeros días de descanso, nos invade una sensación de bienestar, nos encontramos animados y queremos aprovechar los días al máximo, tanto para hacer cosas como para compartir con la familia… Es como el turrón ¡Llevábamos un año esperándolo!
Pero pasados esos primeros días, con su consiguiente excitación, llegan los primeras tensiones familiares: los niños no nos dejan hacer nada, pelean constantemente con los hermanos, solo quieren comer helados, nuggets y patatas, por las noches no se quieren ir a dormir, en las vacaciones quieren que les compremos todo lo que ven en las tiendas…, añadiendo, que la forma de afrontar cada una de estas situaciones por parte de la pareja o familia cercana (con la que compartimos más tiempo) es distinta, lo que provoca tensiones y conflictos entre los adultos que rodeamos a los niños…. Y así, sin más, poco a poco nos vuelve a invadir el cansancio y se nos va apagando la luz.
Todas las cuestiones nombradas anteriormente son situaciones normales, que ocurren en este periodo y ¡no son malas!, es la realidad. Lo que ocurre es que a veces no encaja con la idealización que habíamos realizado previamente los adultos, y ahí es donde viene una de los primeras desilusiones porque no se están cumpliendo nuestras expectativas.
Por tanto, hemos llegado al punto 1: disfrutemos de lo cotidiano y aceptemos los pequeños conflictos del día a día, en vacaciones también se llora, también nos enfadamos…como en cualquier época del año. No carguemos nuestra frustración con los más pequeños de la casa. Habría que plantearse si las expectativas que nos hicimos, son compatibles con la etapa evolutiva de nuestros hijos.
Después de este primer panorama que parece un poco desolador (¡nada más allá de la realidad!) y una vez habiendo cumplido los adultos nuestra parte. ¿Qué cuestiones o herramientas puedo tener para solventar esos pequeños conflictos de la mejor manera posible? Y ¿Qué puedo exigir a mis hijos?
Punto 2: Dentro de lo que se pueda, mantener pequeñas rutinas, éstas nos organizan a todos. Y anticipar en la medida de lo posible los cambios. La improvisación está muy bien, pero para momentos puntuales y concretos.
Punto 3: Toda conducta cumple una función, tiene un fin y hay una causa que las motiva, nos ayuda a adaptarnos a las exigencias del entorno.
Punto 4: Las causas principales de las rabietas infantiles vienen determinadas por cansancio, hambre, sueño, falta de comprensión, frustración, llamadas la atención… Así dependiendo de cuál sea el motivo que la incita, diferente será la respuesta que daremos. Igualmente hay que tener en cuenta la edad de nuestros hijos, porque su etapa evolutiva determinará tanto su manifestación como su intervención.
Punto 5: No se interviene en el momento de explosión de rabietas, todo lo que hagamos ahí solo hará que incrementar la intensidad y el tiempo de la misma. Cuando estamos enfadados no podemos procesar ni pensar con claridad. Hay enseñar en los momentos de calma cuál es el comportamiento esperado y qué podemos o no hacer en diferentes entornos o situaciones.
Punto 6: Las explicaciones que demos a los niños deben cumplir las reglas de las tres C, ser Claras, Concisas y Cortas.
Punto 7: Las normas deben ser coherentes, fundamentadas y nuestro comportamiento persistente.
Punto 8: En lugar de utilizar el castigo podemos utilizar mejor la técnica de las consecuencias naturales de la conducta. Ej. Después de la playa vamos a comer un helado. Si no se quiere ir de la playa, cuando nos vayamos vamos directamente a casa porque el tiempo del helado ya se ha pasado. No castigamos sin helado, sino que la consecuencia natural de que haya tardado tanto es que no da tiempo a ir a por él.
Punto 9: No contagiarnos con la emoción del niño, los adultos en esos momentos debemos dar seguridad y confianza. No podemos controlar algo cuando estamos descontrolados. Para ello, una cosa que juega a nuestro favor es no hablar mucho o repetir las mismas cosas ya que eso fomenta que vayamos subiendo el tono de voz y nos predispone para el conflicto.
Punto 10: En niños a partir de 6 años utilicemos la negociación: esta es una herramienta valiosísima para que se vean satisfechas las necesidades de cada miembro de la familia. S
SIN MÁS, DESDE EL EQUIPO OS DESEAMOS QUE TENGÁIS UNAS FELICES VACACIONES